En agosto de 1966, The Beatles lanzaron Revolver, un disco que marcó un antes y un después en la historia del rock. No solo por su sonido innovador, sino por lo que representó: fue el último álbum que presentaron antes de retirarse definitivamente de los escenarios. A partir de ahí, los Beatles dejaron de ser una banda en gira para convertirse en una banda de estudio, dispuestos a explorar sin límites.
Revolver no sonaba como nada de lo que el público conocía. En él convivían cuerdas clásicas, distorsiones de cinta, letras existenciales, sonidos invertidos y atmósferas psicodélicas. Era el resultado de un grupo que ya no quería tocar para ser oído entre los gritos, sino crear para ser escuchado con atención.
Canciones como Eleanor Rigby, Tomorrow Never Knows y I’m Only Sleeping desafiaron la estructura tradicional del pop y abrieron camino a una nueva etapa creativa que culminaría con Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band. Pero todo empezó aquí, con un disco que parecía contener el ruido de un cambio y la calma de una despedida.
Revolver fue, en esencia, el principio del fin de una era y la apertura de otra más audaz, introspectiva y revolucionaria.